Así se titulaba un libro de propaganda antisemita, publicado en 1902, cuyo objetivo era justificar los pogromos (linchamientos) que sufrían los judíos en la Rusia zarista. El texto, considerado una farsa, sería la transcripción de unas supuestas reuniones de una sociedad secreta, denominada los «sabios de Sion», en la que estos sabios o ancianos detallan los planes de una conspiración judeo-masónica, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último hacerse con el poder mundial.
La difusión del libro antes de 1917 fue escasa, pero la Revolución rusa de 1917 permitió a algunos identificar los elementos de los supuestos planes conspiratorios de los judíos, según los Protocolos. La policía secreta zarista (Ojrana) tendría ejemplares de los Protocolos, y tuvieron gran popularidad y grandes ventas en los años veinte y treinta. Se tradujeron a todos los idiomas de Europa y se vendían ampliamente en los países árabes, Estados Unidos e Inglaterra.
Sin embargo, fue en Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, donde tuvieron su mayor éxito. Allí se utilizaron para explicar todos los desastres que ocurrieron en el país: la derrota en la guerra, el hambre, la inflación destructiva. A partir de agosto de 1921, Hitler comenzó a incorporarlos en sus discursos, y fueron tema de estudio en las aulas alemanas después de que los nazis llegaran al poder, ya que sirvieron a los nazis como «autorización del genocidio». En el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, Joseph Goebbels (ministro de propaganda nazi) proclamó: «Los protocolos de los sionistas son tan actuales hoy como lo fueron el día en que fueron publicados por primera vez» .