A pesar de que las libertades de expresión, opinión e información están consagradas constitucionalmente en los Estados de Derecho y en los tratados internacionales de derechos humanos, lo cierto es que los/as periodistas no pueden ejercerlas en su profesión, por la precariedad laboral y el miedo a ser despedidos/as.
Los países nórdicos en Europa concentran los primeros puestos en cuanto a libertad de prensa, pero incluso en países como España (puesto 29) con una clasificación de la situación como «más bien buena» , la situación no es tan buena. El «Informe Anual de la Profesión Periodística 2020» recopila datos relevantes en este sentido: el 78% de los/as periodistas contratados declara haber recibido presiones en el ejercicio de su trabajo, sobre todo por los/as directivos/as del medio para el que trabajan, y, de éstos/as, sólo el 18% se mantuvo en su orientación inicial .