Debilitamiento del sindicalismo y del movimiento obrero

En todo occidente el papel de los sindicatos en la consolidación de los derechos sociales a lo largo de los siglos XIX y XX ha sido indiscutible, al igual que su rol como grupo de interés en defensa de los trabajadores reconocido como un elemento más de las sociedades democráticas avanzadas. En los países donde los sindicatos son más débiles, la precarización laboral es mayor, y, por lo tanto, la participación de los salarios en el reparto de la tarta nacional o en las ganancias de productividad es menor.

Sin embargo, el promedio de densidad sindical (ratio de afiliados por personas empleadas) en los países europeos fue, en 2016, de alrededor de un 21% (en España es de un 15%; el país europeo con mayor densidad sindical es Islandia con un 90%), y, además, los niveles de afiliación de muchos sindicatos están en retroceso en Europa desde los años noventa, una tendencia especialmente pronunciada en Europa Central y Oriental. Esta disminución se mantuvo y se incrementó en la década siguiente, haciéndose casi universal.

En aquellos países en los que la densidad sindical es alta y estable, se debe a la participación de los sindicatos en los sistemas de seguro de desempleo (Dinamarca, Finlandia, Islandia y Suecia, y en cierta forma Bélgica). El “sistema Gante”, que recibe su nombre de la ciudad belga donde se introdujo con éxito, incentiva a los trabajadores a sindicarse ofreciéndoles acceso a un seguro de desempleo .

Una de las posibles causas de este declive del sindicalismo es que cada vez más, los sindicatos (al menos los mayoritarios) son vistos como parte del poder establecido, han sido domesticados para conseguir «paz social» a pesar de la progresiva moderación salarial y flexibilización de las condiciones de contratación y despido, a través de una primacía de dos centrales sindicales y la correspondiente financiación pública privilegiada para sostener sus estructuras y sus clientelas , protagonizando incluso casos de corrupción por toda España, siendo el más sangrante el de los cursos de formación en Andalucía.

Esta falta de actividad del movimiento obrero se puede observar, tanto en España como en el resto de países occidentales, con la drástica reducción de las huelgas (tanto en número, participantes y número de jornadas dejadas de trabajar), desde los años 70 y 80 hasta la actualidad. Una parte de la explicación es que, a le vez que la economía se terciariza, hay menos personas trabajando en sectores tradicionalmente más combativos, como es el sector industrial .

Referencias