El militar y estratega prusiano Carl von Clausewitz escribiría que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Utilizando esa lógica, vemos muchos ejemplos de que la guerra también es la continuación de la economía por otros medios.
El primer testimonio se remonta a principios del siglo XX, y nos lo proporciona el Mayor General del Cuerpo de Marines de los EEUU, Smedley Butler, el más joven capitán y el militar más condecorado de los EEUU. Butler participó en muchas acciones en Cuba en la guerra Guerra Hispano-Estadounidense, las Filipinas en la Guerra Filipino-Estadounidense, en China contra la Levantamiento de los bóxers, la Guerras bananeras en Centroamérica, Honduras, Nicaragua, la toma de Veracruz en México, Haití, y en la Primera Guerra Mundial. Después de retirarse del Cuerpo de Marines, en 1935 escribió el discurso War is a racket (en español La guerra es un latrocinio o La guerra es una estafa) en el que denuncia el uso de las fuerzas armadas de los Estados Unidos para el beneficio de Wall Street:
“He servido durante 30 años y cuatro meses en las unidades más combativas de las Fuerzas Armadas estadounidenses: en la Infantería de Marina. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de las grandes empresas de Wall Street y sus banqueros. En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo. De tal manera, en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México, Tampico en particular. Contribuí a transformar a Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía burlar tranquilamente los beneficios. Participé en la «limpieza» de Nicaragua, de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers Harriman. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos, aporté a la República Dominicana la «civilización». En 1923 «enderecé» los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas. En 1927, en China, afiancé los intereses de la Standard Oil.
Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gángster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes. El problema es que cuando el dólar estadounidense gana apenas el seis por ciento, aquí se ponen impacientes y van al extranjero para ganarse el cien por ciento. La bandera sigue al dólar y los soldados siguen a la bandera.«
Las palabras de Butler tendrían una parte de premonitorias después de la Segunda Guerra Mundial, que las confirmaría plenamente. En un contexto de guerra en Europa, EEUU se convirtió en el proveedor de todas las necesidades que tenían los Aliados, lo cual implicó grandes transferencias de oro a las arcas estadounidenses, ya que en ese momento estaba instaurado el patrón-oro clásico.
En 1944, y a diferencia de la destruída Europa, EEUU era un país poderoso y con toda su infraestructura económica intacta. Y pese a que John Maynard Keynes buscaba crear una divisa para el comercio mundial independiente a la moneda de los países, primó la tesis de Harry Dexter White de dejar al dólar como divisa universal. Esto dio grandes beneficios a EEUU dado que el resto del mundo tenía que cambiar su moneda por dólares para acceder al comercio internacional, incurriendo con ello en costes financieros que para EEUU eran inexistentes. Además, era capaz de incrementar la oferta monetaria en dólares (lo cual es una condición para el crecimiento económico), sin riesgo de inflación interna. En la localidad de Bretton Woods (New Hampshire, EEUU) se firmarían unos acuerdos internacionales sobre el sistema monetario y financiero de post-guerra que, sin duda, posicionaba a EEUU como la potencia clave: se decidió la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, usando el dólar estadounidense como moneda de referencia internacional. El billete verde era aceptado mundialmente desde antes de la Segunda Guerra Mundial, pero el acuerdo de Bretton Woods lo dejó anclado al patrón oro al establecer una tasa de cambio de 35 dólares la onza. El Plan Marshall, destinado a la reconstrucción de Europa, acabaría de consagrar la hegemonía económica y financiera estadounidense a nivel global.
Las economías occidentales disfrutaron, después de la Segunda Guerra Mundial y hasta las crisis del petróleo de los años 70, de unos treinta años de crecimiento económico, creación de empleo y prosperidad, que fueron denominados los Treinta Gloriosos del capitalismo.
Sin embargo, los gastos desmedidos de la guerra de Vietnam llevaron a EEUU a diferentes problemas económicos y a perder una importante cantidad de sus reservas en oro y antes que se declarara la quiebra del país, Richard Nixon decidió terminar el 15 de agosto de 1971 con el sistema de Bretton Woods y con la convertibilidad del dolar en oro, transformando al billete verde en una moneda fiduciaria universal emitida y aceptada por decreto. Esto permitió a EEUU imprimir grandes cantidades de dinero y endeudarse con todo el mundo, especialmente Europa y Asia. Dado que ahora no existía el mecanismo de ajuste de cuentas que obligaba el patrón oro, los desequilibrios comerciales comenzaron a hacerse más ostensibles y EEUU pasó a acumular cuantiosos déficit, mientras el resto del mundo acumulaba enormes superávit.
En 1973, dos años después del quiebre del sistema de Bretton Woods, EEUU conseguía un sistema más favorable para el mantenimiento de su hegemonía económica: el acuerdo con Arabia Saudí de negociar cada barril de petróleo en dólares de la Reserva Federal, naciendo así los petrodólares. Este acuerdo supuso un gran respiro para EEUU dado que la Reserva Federal debería imprimir una gran cantidad de billetes para facilitar las transacciones de petróleo en todos los rincones del planeta. El acuerdo entre EEUU y Arabia Saudí obligaba a cualquier país que quisiera comprar petróleo, a cambiar primero su moneda nacional por dólares de EEUU. A cambio de este compromiso en el cual Arabia Saudí vendería su petróleo exclusivamente en dólares de EEUU, EEUU ofreció armas y la protección militar de todos los campos petroleros sauditas.
Tras la creación de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), el resto de los países petroleros acordaron la comercialización exclusiva del petróleo en dólares de EEUU, a cambio de armas y protección militar. Este sistema de petróleo por dólares generó una gran demanda artificial de dólares en todo el mundo, y a medida que la demanda de petróleo aumentaba, también lo hacía la demanda de dólares. EEUU recibió el beneficio de ser el dueño exclusivo de este nuevo patrón monetario y ello le permitió ejercer un gran dominio sobre la economía mundial: las transacciones de petróleo representan casi el 10% del PIB mundial, el 40% del PIB estadounidense.
EEUU no cederá su hegemonía económica y financiera basada en los petrodólares, y lo hará a toda costa, incluso con la guerra como otro medio de política económica. El 24 de septiembre de 2000, el gobierno de Saddam Hussein señaló que Irak comenzaba la transición de sus exportaciones de petróleo a la moneda del euro y se comprometió a promover el euro como una moneda de competencia al dólar. En esta nota de la Revista Time de noviembre de 2000, a Saddam Hussein no le importa que el euro se esté devaluando frente al dólar, simplemente no quiere aceptar más dólares por el petróleo dado que no quiere tratar «con la moneda del enemigo». Saddam estaba resentido con EEUU por la primera guerra del golfo pérsico de 1990. Esta guerra ideada por la administración de George Bush padre, fue la primera guerra de los petrodólares. Luego vendrían muchas más guerras por el petróleo y cada guerra despliega las más recientes innovaciones de la industria de armamentos y hay que dar uso a estos productos para justificar su enorme presupuesto.
El caso de Gadafi en Libia es también muy claro. La dictadura pan-arabista, socialista e islamista de Gadafi llevó al país a un aislamiento internacional derivado de las sanciones de la ONU por su apoyo al terrorismo, aunque realmente era por ser un país productor de petróleo no alineado con los intereses estadounidenses. Este desgaste hizo que a principio de los años 2000, Gadafi cambiara su política exterior y buscara un mayor reconocimiento internacional. Para esto tuvo que aceptar medidas de liberalización y privatización de su economía (el 70% de sus ingresos provenían del petróleo), integrarse en la Organización Mundial del Comercio e incluso colaboró con EEUU en la Guerra contra el Terrorismo. Las sanciones de la ONU se levantaron en septiembre de 2003, cuando Libia aceptó indemnizar a las víctimas del atentado de Lockerbie. El desarrollo económico y social libio despegaron, y en el Informe de Desarrollo Humano de la ONU de 2010, Libia estaba en el puesto 53, clasificada en un nivel alto de desarrollo humano, a pesar de no disponer de un régimen democrático y de libertades pleno, y, por delante incluso de Arabia Saudí.
Sin embargo, Gadafi pivotó en esos años hacia un pan-africanismo e impulsó la fundación de la Unión Africana en 2000. Bajo el liderazgo de Gadafi, las naciones africanas se han reunido al menos en dos ocasiones para crear un patrón oro panafricano, es decir, una «moneda fuerte» independiente y panafricana. Los países debatieron la posibilidad de utilizar el dinar libio y el dírham de plata como las únicas monedas posibles para comprar petróleo africano. En 2004, el Parlamento Panafricano (que congregaba a 53 naciones) estableció los planes tendentes a crear la Comunidad Económica Africana, que tendría una sola moneda-oro en 2023. Las naciones africanas productoras de petróleo planeaban abandonar el petrodólar y exigir el pago en oro para su petróleo y su gas, y esto, tras las Gran Recesión de 2008, era intolerable para Estados Unidos.
Gadafi había ido más allá de organizar un golpe de Estado económico africano: había demostrado que podía conseguirse la independencia económica. Su grandioso proyecto de infraestructuras, el Gran Río Artificial, estaba convirtiendo regiones áridas en el granero de Libia, y el audaz proyecto de 33.000 millones de dólares se había financiado sin intereses y sin crear deuda externa, a través del propio banco público libio. Eso podría explicar por qué esta infraestructura fundamental fue destruida en 2011. La OTAN no solo bombardeó el sistema de canales y tuberías, que daba servicio al 70% de la población, sino que terminó con el proyecto al destruir la factoría que fabricaba las tuberías necesarias para repararlo.
El 17 de febrero de 2011, a la estela de las protestas ciudadanas que sacudían Túnez, Egipto, Siria o Yemen, miles de libios convocados a través de las redes sociales salieron a las calles para exigir reformas, en lo que se denominó la «Primavera Árabe». La ciudadanía pronto perdería el control de las mismas: primero a manos de grupos de opositores en el exilio que retornaron a Libia apoyados desde Londres, París y Washington, cargados de armas, como el mariscal Jalifa Hafter, reclutado en los años 80 por la CIA, se exilió en Virginia y obtuvo la nacionalidad estadounidense. La guerra civil que estalló justificó, primero el bloqueo económico internacional, seguido de la imposición de una zona de exclusión aérea por la ONU, que amparó los bombardeos por «razones humanitarias» de las fuerzas de la OTAN, principalmente de Francia, EEUU y Reino Unido.
Un tercio de los 3.000 correos electrónicos del servidor privado de Hillary Clinton, que vieron la luz a finales de diciembre de 2015, proceden de su asesor de confianza Sidney Blumenthal, el abogado que defendió a su marido en el caso de Mónica Lewinsky. Uno de ellos, datado el 2 de abril de 2011, dice entre otras cosas:
«El gobierno de Gadafi guarda 143 toneladas de oro y una cantidad similar de plata… Este oro fue acumulado con anterioridad a la rebelión en curso y pensaba utilizarse para establecer una moneda panafricana basada en el dinar libio. El plan tenía como objetivo proporcionar a los países africanos francófonos una alternativa al franco CFA«
El profesor canadiense Maximilian Forte lo explica claramente en su rigurosamente documentado libro Slouching towards Sirte: NATO’s war in Lybia and Africa :
«El objetivo de la intervención militar de EE.UU. era trastocar un modelo de independencia emergente y una red de colaboración dentro de África que habría permitido incrementar el nivel de autonomía africano, contrario a las ambiciones geoestratégicas, económicas y políticas de las potencias extracontinentales europeas, concretamente, de EE.UU.«
Esto explicaría por qué a las pocas semanas de iniciarse la guerra, las fuerzas rebeldes tomaron una decisión nunca vista antes en otros conflictos: establecieron su propio banco central . El 20 de octubre de 2011, las fuerzas rebeldes capturaron a Gadafi con vida y fue ejecutado con un disparo en la cabeza. Libia se ha visto sometida, tras el asesinato de Gadafi, a varios años de conflictos y crisis políticas, que la ha llevado al puesto 105 del Índice de Desarrollo Humano de la ONU de 2020.
Cada vez que algún país petrolero manifiesta su intención de salirse del sistema petrodólar (como Irán, Siria o Venezuela) pasa a formar parte del llamado «eje del mal», y el ejército de EEUU (o sus proxys a cargo de empresas militares privadas) se encarga de reinstaurar el orden por la vía de la fuerza. Hasta los países europeos reciben un tirón de orejas cuando buscan negociar en euros y no en dólares.
En los últimos años varios países han manifestado su intención de utilizar sus propias monedas para el intercambio de petróleo como India, China y Rusia. A medida que otros países busquen alejarse del sistema de petrodólares y hagan realidad la idea de Saddam Hussein de transar el principal recurso energético en monedas alternativas, el dolar proseguirá su lento pero persistente declive. Por ello, se esperan fuertes presiones inflacionarias en el petróleo y también numerosas guerras en torno a los países petroleros, patrocinadas por EEUU.
Referencias