La parábola del perro

Es frecuente que desde posturas neoliberales se intente llevar el problema de la distribución de la riqueza a una cuestión individual y de micro-economía, es decir, se afirma que hay personas pobres porque no son lo suficientemente astutas y/o trabajadoras para aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados y ascender en la escala social. Sin embargo, los análisis marxistas de la realidad comprueban constantemente lo contrario, a saber, que el problema es sistémico y, concretamente, del sistema capitalista y las élites que lo pilotan. Veámos la cuestión del dinero y la pobreza, mediante la que hemos denominado como la parábola del perro.

La parábola del perro se refiere a un experimento («ficticio») en el que unos científicos meten en una habitación a 100 perros (léase, personas o empresas) para que consigan huesos (léase, dinero), y ponen 95 huesos en la habitación; hay un problema estructural, ya que al menos cinco de esos perros no van a conseguir ningún hueso. Los científicos neoliberales dirán que el problema es de los perros, y cogen a esos cinco perros que no han pillado ningún hueso, los examinan y concluyen: «lo que necesitan es más entrenamiento, hay que hacer reformas concretas para que se ejerciten más y les enseñaremos cómo morder más fuerte para coger los huesos». Después de dicho entrenamiento canino, inician de nuevo el experimento.

Los científicos vuelven a meter a los cinco perros adiestrados en la habitación, y predicen que la próxima vez esos perros conseguirán huesos. Efectivamente, esos cinco perros adiestrados consiguen sus huesos, y la hipótesis de la eficacia de las medidas de entrenamiento de perros se confirma como una solución ante el problema de los perros que no consiguen huesos. Lo publican en revistas científicas; les dan premios a estos científicos descubridores del milagro que conseguirá que todos los perros tengan huesos; se crean una serie de fundaciones y think tanks que se dedican a promover el entrenamiento de perros y acabar con el problema de los perros sin hueso; en las escuelas se enseña desde pequeños que los perros que no entrenan se quedarán sin hueso, y los que entrenan sí lo conseguirán; y los medios de comunicación y tertulianos repetirán diariamente y en todos los canales comunicativos esta receta ante cualquier problema relacionado con los perros sin huesos.

Por desgracia, lo que olvidan los científicos neoliberales es que simplemente hay otros cinco perros distintos que se han quedado sin hueso, porque hay un problema sistémico o estructural. Es bueno tener perros más fuertes, más rápidos, más eficientes, pero un análisis marxista claramente concluirá que el problema es que te faltan cinco huesos y no hay nada a nivel micro-económico o individual que puedas hacer respecto a eso.

El análisis marxista establece una relación muy estrecha entre los altos salones del poder económico y las pequeñas habitaciones de los problemas cotidianos, porque ¿quién ha decidido que en una habitación de 100 perros debe haber 95 huesos y no 100? Sin embargo, quienes están convencidos de la receta del entrenamiento de perros, muchos de los cuales se han convertido en adiestradores de perros, pudiendo poner muchos ejemplos de perros que antes no conseguían huesos y, después de entrenar, sí que lo han conseguido, seguirán defendiendo esa solución para el problema de los perros sin hueso, y que lo que quieren los socialistas es simplemente crear una sociedad de perros gandules, gordos y perezosos con muchos huesos.

El debate entre científicos neoliberales y los científicos marxistas se mantiene. La sociedad y los políticos debaten constantemente y no se ponen de acuerdo sobre si entrenar a los perros o aumentar el número de huesos en la habitación para que todos tengan al menos un hueso. Mientras se discute y se enconan los debates, cada día sigue habiendo cinco perros en una habitación que se quedan sin hueso y que, finalmente, mueren de hambre.