Fundamentos y causas
- La producción de los medios para sustentar la vida humana y, junto a la producción, el intercambio de cosas producidas, es la base de toda estructura social (Engels).
- La manera en que se distribuye la riqueza y la división de la sociedad en clases u órdenes, dependen de lo que se produce, cómo se produce y cómo se intercambian los productos (Engels).
- El paradigma de la producción parte del modelo de un actor aislado que se enfrenta teleológicamente – es decir, buscando el éxito en la consecución de sus objetivos o finalidades – con un mundo externo «objetivo», ya sea éste social o natural. Este modelo lleva a conceptualizar la categoría de trabajo como la esencial para el proceso de hominización, por el cual la especie humana se diferencia del resto de especies animales: el ser humano es, ante todo, homo faber, un ser que se enfrenta al mundo y lo transforma instrumentalmente según sus deseos.
- La ética protestante del trabajo defiende que el sacrificio otorga la salvación divina, la dignidad humana y la pertenencia al grupo. La forma que tiene el creyente calvinista de saber que se haya en el camino de la salvación es recurrir al trabajo metódico y constante, siguiendo la condena divina que Dios impuso a Adán y Eva tras comer el fruto de árbol prohibido: «Comerás el pan con sudor de tu frente» (Génesis, 3:19). El complemento natural de esta exaltación del trabajo incesante, como ya argumentó Max Weber, fue la condena moral y el combate práctico del desempleo, la vagancia y la mendicidad.
- Los economistas clásicos, como Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx, fueron concretando la función económica del trabajo en la denominada teoría del valor-trabajo, según la cual el valor de un producto (el precio o valor de cambio) depende del esfuerzo humano contenido en él para producirlo. Esta teoría del valor-trabajo era políticamente comprometida para el capitalismo, porque significaba aceptar que los beneficios que obtenían los capitalistas se los apropiaban sin la correspondiente remuneración salarial, es decir, eran robados a los trabajadores, como criticó Marx mediante el concepto de la plusvalía. La solución la proporcionó la escuela neoclásica al introducir la crítica marginalista con la teoría del valor subjetivo, según la cual el valor de cambio (precio) de un bien no está determinado por ninguna propiedad inherente a éste, ni por la cantidad de trabajo requerido para producirlo, sino por la importancia que un individuo le da para lograr sus objetivos o deseos.
- En esta visión productivista e instrumental, los principales criterios de validez son los de la eficacia y la eficiencia para la producción o creación de valores de uso. En esta visión de la eficiacia y la eficiencia, la maximización del beneficio para los capitalistas conduce a reducir al máximo el coste en salarios, sin que exista ningún límite previo, como fue el caso del uso de mano de obra esclava. La progresiva abolicion de la servidumbre feudal con las revoluciones liberales, fue sustituida con el nacimiento del comercio y uso de esclavos.
- La esclavitud es una situación de sometimiento a trabajos forzosos que se realiza de forma legal en aquellos sistemas políticos que así lo tienen legislado. El destino y vida de los esclavos era totalmente definido por el amo al que servían, el cual podía castigarlos, incluso cruelmente, o matarlos. En la Antigua Roma, los esclavos podían ser comprados y vendidos, así como apropiados como botín de guerra, en un estatus análogo al de las cosas.
- La esclavitud fue el sistema de explotación fundamental del capitalismo, siendo promovida y organizada por los europeos en el hemisferio occidental entre los siglos XVI y el XIX. La esclavitud fue una pieza crucial en los primeros momentos de la formación del capitalismo mundial y del arranque de la acumulación en Gran Bretaña. Entre mediados del siglo XVI y la abolición en 1888 del tráfico en Brasil, más de 14 millones de personas, principalmente de África Occidental y el Golfo de Guinea, fueron secuestradas y arrancadas de sus comunidades de origen para ser deportadas a las colonias europeas de América. El «ganado negro» permitió impulsar lo que podríamos llamar la primera agricultura de exportación: la economía de plantación (tabaco, trigo, algodón, caña de azúcar). Sin lugar a dudas, sin las riquezas de América y sin los esclavos y el comercio africanos, el despegue económico, político y militar de los Estados europeos, y especialmente de Gran Bretaña, hubiese quedado limitado a una escala menor; quizás definitivamente menor .
- La abolición de la esclavitud de los negros comenzó a cuestionarse con la Ilustración y, en 1794, Robespierre abolió la esclavitud por Ley en Francia y en sus colonias, si bien fue restablecida en 1802 por Napoleón Bonaparte. Sin embargo, el movimiento abolicionista iba cogiendo fuerza en las distintas metrópolis y en las colonias, con múltiples insurrecciones de esclavos (siendo el primer caso importante el de la rebelión de esclavos y la creación del Estado independiente de Haití, en 1804).
- Los esclavistas finalmente, aunque no sin diversas guerras y amenazas de secesión en colonias, aceptaron abolir la esclavitud, previa indemnización por la pérdida provocada por la emancipación. Además de las enormes sumas recibidas por los esclavistas, hubo otro motivo y es que se sustituía la esclavitud por el trabajo asalariado. Ciertamente, el amo gozaba de la propiedad del esclavo, disponía de su vida y su libertad; pero, al mismo tiempo, tenía la obligación de vestirlo, alimentarlo y mantenerlo apto para las labores físicas, así como vigilarlo para que no escape. Los amos concluyeron que preferían tener a un empleado libre, pero sin medios para subsistir, dependiente del salario que le proporcione algún amo (ahora llamado «patrón»), que tener a un preso a su cargo. Al dueño de la plantación se le escapaban sus trabajadores, pero con el nuevo sistema laboral, el patrón capitalista tiene a las puertas de su empresa una fila de trabajadores hambrientos de los que disponer libremente y pagarles sólo por lo que trabajen.
- El trabajador es “libre”, es propietario de su fuerza de trabajo, y lo es en tanto diferenciación de las formas de producción anteriores conocidas, las de trabajo esclavo y trabajo servil. La conquistada libertad formal de los trabajadores les permitirá negociar sus condiciones de trabajo y rechazar las que sean abusivas. Así, las empresas que ofrezcan condiciones abusivas serán expulsadas del mercado porque nadie querrá trabajar en ellas.
- El trabajador es «libre» contractualmente, puede pactar con el empresario, pero en el plano económico está coaccionado. El trabajador tiene que vender para comprar, esto es, vender el uso de su fuerza de trabajo (mercancía), percibir un salario (dinero) para luego con él adquirir los productos para su consumo (mercancía), se trata de una circulación simple de mercancías y dinero, naciendo el trabajo asalariado. El circuito es pues mercancía-dinero-mercancía y cada una de las parte obtiene un equivalente por lo que entrega; el trabajador recibe dinero bajo la forma de salario, el capitalista compra el derecho de usar la capacidad de trabajo de aquél. Esto hace que los trabajadores vean generalmente como justa la relación laboral asalariada, pero hay un aspecto que se debe tener en cuenta: los trabajadores necesitan acceder a los valores de uso mercantiles sin los cuales no podrían subsistir ni ellos ni su familia. La acumulación originaria capitalista que privó de cualquier medio de producción a amplias masas de la población, conduciendo al hambre, el paro, y la miseria, son las condiciones necesarias y suficientes para que el capitalismo disponga de suficiente mano de obra dispuesta a realizar cualquier trabajo, a cualquier precio, tanto a nivel salarial como a nivel de condiciones de trabajo (jornadas interminables, penosidad, sin vacaciones, sin prestaciones por desempleo).
- El ser humano es por naturaleza perezoso, con lo que el salario no puede ser alto porque entonces los trabajadores se harían vagos y holgazanes, y engañarían al empresario haciéndole creer que están dando lo mejor de sí.
- El salario se asigna en función de una medición basada en el tiempo de trabajo, sin tener en cuenta ni todo el valor que se produce, ni tampoco el valor del trabajo reproductivo asignado a las mujeres, que quedan sin remuneración. Toda la producción capitalista descansa en el hecho que el trabajo es directamente comprado para que, en el curso de la producción, sea apropiada una parte que no se compra, pero que se vende en el producto; ésta es la razón de ser, el concepto mismo del capital (K. Marx).
- En las primeras fases del capitalismo, la insuficiencia salarial era el estímulo para que los trabajadores ampliaran «voluntariamente» (y no sin dificultad) sus jornadas, a fin de ganar más, pero sobre todo incrementaba mucho más el beneficio para el capitalista.
- El crecimiento de la productividad no crecía, ni crece, lo suficiente como para que supusiera un incremento real de los ingresos de la clase trabajadora. Por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XVIII, los salarios reales en Inglaterra se redujeron ligeramente a pesar del crecimiento sustancial de la productividad. La brecha entre la productividad y los salarios se ha ido incrementando constantemente desde el comienzo de la industrialización hasta ahora.
- El agotamiento de la fuerza productiva sólo se puede suplir mediante la multiplicación de la prole, que es la única opción que encuentra la clase trabajadora («proletaria») para incrementar su capacidad de trabajo y, por tanto, su capacidad de compra y consumo que les permita aspirar a una mejora de sus paupérrimas condiciones de vida. El trabajo infantil, incluso en actividades penosas, era visto como necesario tanto por los padres como por los empresarios.
- El aumento de la natalidad proletaria beneficia a los capitalistas que tienen un mercado laboral con mucha demanda de empleo y, en consecuencia, los salarios bajan, incrementando su beneficio.
- La gran demanda de mano de obra del proceso de industrialización se consiguió incorporando a las personas inmigrantes de zonas rurales que se desplazan a las ciudades. Simultaneamente, los movimientos migratorios internacionales también eran beneficiosos para el sistema capitalista, ya que incrementaba la masa laboral, y no existía una tendencia alcista en los salarios.
- Cuando la sociedad capitalista basada en la industrialización pasó a una sociedad de consumo de bienes, los salarios medios no podían bajar en exceso, porque en tal caso tampoco habría consumo. Las luchas obreras y sindicales tuvieron como primer objetivo la reconstrucción de la familia obrera, para lo cual se comienza forzando la limitación de la jornada laboral de las mujeres y los niños, y se continúa con la prohibición del trabajo infantil y la limitación general de la jornada laboral a las 8 horas diarias. Las mejoras salariales también estaban habitualmente entre las reivindicaciones. Estas demandas, después de mucha lucha obrera, fueron atendidas porque eran funcionales para una sociedad del consumo. El mayor salario y el mayor tiempo libre disponible se traducen en un incremento del consumo. El consumo se convierte en un signo de estatus social.
- El mantenimiento de los beneficios de los capitalistas en esas nuevas condiciones de un menor uso y mayor coste promedio de la mano de obra, de las fuerzas vivas del trabajo, fue paralelo a innovaciones y la introducción de mayor tecnología en los centros de trabajo.
- El modelo taylorista-fordista inspiró el desarrollo de la producción industrial, y luego de servicios, de los países desarrollados desde principios del siglo XX. La organización científica del trabajo, para optimizar la productividad (eficacia y eficiencia) pasó de la libre organización e improvisación del trabajo por parte de los trabajadores, a un control de los tiempos y las formas en las que se trabajaba. El taylorismo como estructura introdujo la división de las tareas (división del trabajo), la necesidad de que los procesos estuvieran claramente definidos, y que los tiempos de ejecución fueran controlados estrictamente (al punto de ser cronometrados). Esta organización del trabajo capitalista es contraria al trabajo artesanal, en la que el empresario es incapaz de organizar la producción porque no sabe cómo producen los trabajadores. La organización científica del trabajo hizo que el empresario conociera al detalle todos los procesos productivos y no dependiera del conocimiento y habilidades de los trabajadores artesanales, y le permitiera sustituir a cualquier trabajador, nadie es imprescindible. La división de las tareas permitió un alto grado de especialización técnica de los operarios, así como un sistema ordenado de premios por desempeño de cada puesto, de forma que las industrias disminuían los salarios para que los operarios se vieran obligados a producir cada vez más con tal de acceder a un ingreso digno.
- El llamado fordismo se implantó en la industria automovilística de Henry Ford, después de la crisis del 29, y fue quien llevó el taylorismo a su máxima expresión. La división y especialización del trabajo, por medio de la estandarización productiva y el ensamblado en cadena (la cadena de producción), permitiría no sólo producir más (en dos y tres turnos diarios), sino producir más barato, ambos requisitos necesarios para tener una producción en masa que pueda abastecer un consumo en masa.
- La especialización laboral genera un nuevo tipo de trabajador que no es el obrero tradicional, sino que alguien con un «estatus superior»: la clase media. La expansión de esta clase media después de la Segunda Guerra Mundial, mejor remunerada y con trabajos menos agotadores físicamente que los trabajadores menos cualificados, es la que mantiene un alto nivel de consumo y crecimiento de la economía (american way of life), a la vez que sirve de incentivo social y cultural para que las clases sociales más bajas aspiren a disfrutar de ese estatus trabajando más y mejor, formándose más, y especializándose mucho.
- Las jerarquías y las desigualdades laborales y sociales se justifican con base a un argumento meritocrático: existe una igualdad de oportunidades, cualquiera puede conseguir los mejores puestos con suficiente esfuerzo, y las desigualdades laborales y jerárquicas son la justa recompensa por dicho sacrificio. Por eso, los directivos, altos ejecutivos, mandos intermedios, titulados universitarios, cobran mucho más y tienen privilegios adicionales (seguros especiales, coches de empresa, móviles de empresa, incentivos, grandes indemnizaciones cuando dejen el puesto, etc.) que los trabajadores menos cualificados. El Sueño Americano es la mayor elaboración de la meritocracia, según la cual los individuos más pobres pueden acabar dirigiendo las empresas más poderosas, y el esfuerzo individual, pues ello depende de lo duro que trabajen para ascender en la escalera social.
- Durante la primera mitad del siglo XX, con el ascenso de la socialdemocracia, el keynesianismo y la construcción del Estado de Bienestar, el trabajo deviene «empleo», eje alrededor del cual se distribuyen los ingresos, los derechos y, muy importante, las protecciones sociales. El empleo no es un mero medio de provisión de recursos para sostener y satisfacer nuestras necesidades y caprichos, sino una forma de integración social y de estatus: quien no trabaja es un holgazán, un parásito de la sociedad.
- El Estado del Bienestar es funcional para el capitalismo porque el coste de la reproducción de la fuerza de trabajo se transfiere en buena medida de la familia obrera al Estado, a través fundamentalmente de la generalización de sistemas públicos de enseñanza y sanidad que les pone a su disposición a una gran masa de adultos sanos, fuertes e instruidos para desarrollar desde las tareas más penosas hasta las más complejas e intelectuales, que sustituyen a los trabajadores envejecidos y desfasados.
- La complejidad de muchas tareas y trabajos de las empresas capitalistas actuales requiere trabajadores, no sólo alfabetizados, sino altamente especializados. El coste de especialización de la mano de obra es externalizado y socializado, ya que principalmente es provisto por el Estado. La única aportación de las empresas es vía impuestos, pero que no es equivalente al enorme coste de reproducción y especialización profesional de las fuerzas vivas del trabajo que requiere la producción capitalista actualmente.
- La incorporación masiva de la mujer al sistema educativo y al trabajo productivo, pero continuando en paralelo con el trabajo reproductivo, supuso también una gran aportación de mano de obra cualificada al mercado de trabajo, que contuvo el incremento salarial que debía producirse por los enormes crecimientos de la productividad laboral. La dependencia patriarcal dentro de la familia se trasladó a una explotación dentro del sistema capitalista, frecuentemente en peores condiciones que los trabajadores varones.
- La lucha obrera y sindical, en un contexto histórico de generalización de Estados con sistemas económicos de corte keynesiano/socialdemócrata o bien de corte socialista/comunista, fue avanzando (mejoras salariales, salario mínimo, permisos, vacaciones, descansos, horas extras, indemnizaciones por despido, seguridad y salud laboral, etc.), encareciendo el coste de la mano de obra, a pesar de los avances tecnológicos e innovaciones, lo cual hacía peligrar los beneficios empresariales. Estos avances para los trabajadores en unos mercados laborales sólo se pudo conseguir a cambio de acelerar el proceso de globalización y de explotación de trabajadores en otros países extranjeros, con costes salariales y de protección medioambiental más bajos, generando también una división y especialización internacional del trabajo (producción industrial en China, textil en Sureste asiático, ganadería en Argentina, cultivos forrajeros en Brasil, call centers de Latinoamérica o Norte de África, etc.).
- Los capitales pueden moverse libremente en un mercado mundial globalizado, pero los trabajadores no.
- La tecnología y la automatización harán que trabajemos menos y tengamos más tiempo libre y de ocio, que nos dediquemos a las tareas más creativas y elevadas del ser humano, en lugar de dedicarnos a trabajos extenuantes y deshumanizantes. Elegiremos el empleo que se alinee con nuestra vocación personal, para desarrollar todas nuestras capacidades y potencialidades: el empleo vocacional es auto-realización y felicidad. Los centros de trabajo (podremos ir a ellos cuando queramos), son lugares con un ambiente relajado, agradable (luminoso, limpio, amplio, con zonas verdes), cómodo (sofás, salas de descanso, guarderías), informal (horarios flexibles, los espacios no están distribuidos jerárquicamente, se admite cualquier vestimenta, el tratamiento entre compañeros no es jerárquico), sano (comida saludable, sesiones de yoga o de masaje) y divertido (salas de juegos, cafetería) para potenciar nuestra creatividad, el trabajo en equipo y el desarrollo pleno de cada individuo.
Impactos negativos
- El salario (dinero) se convierte en un velo que esconde el plusvalor que obtiene la empresa con el trabajo realizado efectivamente por el trabajador, y que no es remunerado, porque si fuera remunerado no habría tasa de ganancia por parte de la empresa.
- El modo de producción capitalista es esencialmente alienante y mecanicista, en el que el trabajador carece de capacidad de auto-organización.
- Las clases sociales siguen diferenciándose entre quienes poseen y quienes no poseen los medios de producción, o dicho de otra forma, entre quienes necesitan vender cada día su fuerza de trabajo para poder vivir, y quienes no lo necesitan. Los trabajadores están “liberados” de la propiedad de los medios de vida y de producción, y los capitalistas están “liberados” de trabajar para mantenerse y vivir.
- El empleo ha ido ampliando su función social desde un simple medio de obtención de rentas para comprar bienes y servicios esenciales (si no lo tienes, no comes), pasando por un estatus social (si no lo tienes, aunque puedas sobrevivir, estás excluido socialmente) y llegando a ser la vía por la que los individuos nos auto-realizamos como seres humanos (si no lo tienes, jamás alcanzarás la felicidad). Todas estas funciones sociales son formas de control social para la reproducción y perpetuación del sistema de explotación capitalista.
- La supuesta libertad de los trabajadores que defienden los capitalistas, según argumentan, les permitirá rechazar condiciones de trabajo inhumanas, y finalmente esas empresas desaparecerán del mercado, porque nadie querrá trabajar en ellas. El problema es que la servidumbre forzosa que había en el feudalismo y el capitalismo esclavista, se sustituye por una decisión coaccionada, porque las opciones se reducen a trabajar por un salario, o vivir bajo un puente y morir de hambre.
- La clase trabajadora, al carecer del suficiente capital para vivir exclusivamente de él, tiene que ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario, para simplemente poder vivir: comer, conseguir una vivienda, ropa, etc. Quienes no están dispuestos a tal sacrificio para salir de su pobreza y miseria, es que no se merecen otra situación socio-económica.
- Para el capitalismo el objetivo no es el pleno empleo, porque es funcional y útil una alta tasa de paro («ejército industrial de reserva», como lo denominó Marx), ya que permite encontrar siempre y rápidamente trabajadores dispuestos a aceptar condiciones de explotación laboral y sueldos bajos. Muy importante, esa reserva de desempleados estructurales, está a disposición de las empresas, pero las empresas no tienen que mantenerlos, se externaliza en las familias y en el Estado.
- El capitalismo va desgarrando los lazos familiares de los proletarios y convirtiendo a los hijos en simples mercancías y meros instrumentos de trabajo (Manifiesto Comunista).
- El desmantelamiento del Estado de Bienestar y de privatización de servicios, como consecuencia de programas de austeridad y ajuste fiscal, vuelve a externalizar el coste de reproducción social en las familias trabajadoras, empobreciéndolas aún más.
- Las mejoras en las condiciones de trabajo, sin que exista un cambio radical de la propiedad y los modos de producción capitalista, servirán para un mayor desarrollo del sistema capitalista que se adaptará introduciendo cada vez más maquinaria y automatización, y utilizando cada vez menos personas empleadas.
- La deslocalización de la producción de bienes y servicios (mejor dicho, la deslocalización de la explotación laboral) hace que, en los países capitalistas del Norte global, haya una presión para el empeoramiento de sus condiciones laborales ante la amenaza del desplazamiento del capital a los países periféricos; en los países periféricos se genera una fuerte presión emigratoria hacia los países capitalistas centrales donde las condiciones laborales son todavía superiores, que atajan reprimiendo violentamente dicha inmigración «ilegal».
- La división internacional del trabajo precario, junto con la globalización neoliberal, genera un enfrentamiento internacional entre clases sociales. En los países periféricos, los pequeños propietarios (pequeños burgueses o trabajadores autónomos, rurales o urbanos) son los que se sienten más directamente agredidos por la penetración de un capital extranjero con el que no pueden competir y que amenaza con arruinarles. Y en los países capitalistas centrales es un sector de la clase obrera quien se siente más directamente amenazada por la inmigración que puede sustituirle en sus puestos de trabajo o cuya competencia puede obligarle a aceptar peores condiciones laborales. Este es el caldo de cultivo necesario para que cada vez más, las clases trabajadores y más pobres apoyen partidos de la extrema derecha que abogan por un nacionalismo y proteccionismo económico, que no deja de ser una forma de «apartheid económico internacional».
- El éxodo rural y la despoblación de las zonas rurales destruye un sector primario esencial, resiliente y soberano.
- La producción no tiene ni puede tener por objeto la acumulación de capital y su valorización. Ahora tiene como objeto primordial el control de la sociedad y su dominación. Los objetos ofrecidos ya no lo son con objeto de la maximización de los flujos y del beneficio, noción que pierde su sentido en una sociedad en la que los consumidores son pagados para consumir y los productores son un estrato minoritario, sino con el objeto de la maximización del control y de la manipulación. El aparato de producción y el aparato de control se convierten en lo mismo .
- Se distingue entre el trabajo reproductivo y el productivo. Se consideran como trabajo reproductivo las actividades que tienen por objetivo ocuparse por el cuidado del hogar y la familia, es decir, el trabajo doméstico que por tradición se ha considerado trabajo de las mujeres; y el trabajo productivo remite a la producción de bienes y servicios, que es el único que está reconocido, económica y socialmente como trabajo, en las sociedades más industrializadas; invisibilizando el trabajo que realizaban las mujeres y que no está remunerado. Sin embargo, el trabajo reproductivo es esencial para que los trabajadores, tras finalizar la jornada laboral, vuelvan a estar en condiciones para seguir trabajando en la siguiente jornada (comida, descanso, ropa limpia, higiene, cuidado en caso de enfermedad, etc.), algo por lo que los patrones ya no tendrán que preocuparse ni, sobre todo, pagar por ello; será un servicio que durante siglos le dan gratuitamente las mujeres a los patrones capitalistas. Por tanto, el pago y reconocimiento sólo por el trabajo productivo, y no por el reproductivo, sostiene el machismo y el patriarcado.
- El argumento meritocrático sirve para justificar la pobreza y la exclusión social, ya que, en una supuesta igualdad de oportunidades, quienes se han quedado atrás ha sido porque han querido y no merecen otra cosa. La meritocracia es una victimización secundaria de las personas pobres y sin recursos, ya que las humilla constantemente. La visión meritocrática se desliza a menudo hacia un «darwinismo social» en el que se defiende y se promueve que quienes no se esfuerzan y sacrifican suficiente para mejorar sus condiciones de vida, merecen las enfermedades, males e incluso la muerte a las que les conducen tales condiciones paupérrimas. Es más, en esta ideología de la crueldad, hay una frontal oposición a cualquier programa de ayuda o protección social, incluso de asistencia médica, a tales colectivos pobres y excluidos, porque se argumenta que les quita el incentivo para salir por sus propios medios de tal situación, y el Estado manipula y pervierte los mecanismos «naturales» de corrección que tiene la libertad y el mercado. Además, el relato de la meritocracia busca patologizar al individuo para que no busque salidas colectivas que pongan en peligro los privilegios de la oligarquía dominante.
- Incluso los partidos socialdemocrátas han abrazado la meritocracia para combatir la desigualdad, no buscando reducirlas directamente a través de políticas económicas, sino ofreciendo la promesa de que era posible ascender socialmente, mediante ‘la retórica del ascenso’: si creamos igualdad de oportunidades, entonces no tenemos por qué preocuparnos mucho de la desigualdad porque la movilidad puede permitir a las personas ascender de trabajos con salarios estancados a otros mejores. Así, la lucha contra la desigualdad social por parte de la socialdemocracia se reduce a crear leyes que reconozcan la igualdad de derechos y oportunidades (no discriminación por razón de sexo o de condición social) y en políticas sociales basadas en una educación pública secuestrada por el mercado laboral capitalista en todos los niveles (se adiestra casi totalmente en las competencias que serán necesarias para conseguir una mejor inserción laboral del alumnado), ayudas para la formación profesional continua, el reconocimiento y acreditación de la experiencia laboral, la orientación laboral, las bolsas de empleo y el asesoramiento para encontrar empleo, etc.
- La meritocracia alienta a que quienes tienen «éxito» crean que éste se debe a sus propios méritos (olvidando que la colectividad, la sociedad, los presupuestos públicos, han creado un contexto y condiciones de las que se han aprovechado para que puedan desarrollarse individualmente) y que, por tanto, merecen (y exigen) todas las recompensas que las sociedades de mercado otorgan a los ganadores. Esto genera una división social entre «ganadores» y «perdedores», en el que los ganadores lo merecen todo y los perdedores, nada. Es más, la lógica del «ascensor social», a menudo es visto por los ganadores de forma egoísta y egocéntrica, porque, en cuanto han conseguido su supuesto ascenso social tras un esfuerzo social que ha generado un contexto favorable para su desarrollo individual, defienden las políticas más ultraliberales y de derechas que desmontan el Estado social, es decir, una vez que han subido por la escalera del ascenso social, proponen su destrucción.
- A menudo los empleos de alto nivel meritocrático, entran en la definición de trabajos de mierda, en terminología de David Graeber, esto es, un empleo que es tan innecesario, incluso perjudicial, que hasta la persona que lo está haciendo cree íntimamente que este empleo no debería existir. Naturalmente, tiene que fingir: esa es la parte estúpida, que de algún modo el trabajador tiene que fingir que hay alguna razón para que este empleo exista. Pero por dentro, el trabajador está convencido que si este trabajo no existiera, o bien nada cambiaría en absoluto, o el mundo de hecho sería un lugar un poco mejor. No se trata que los trabajos de mierda sean trabajos con malas condiciones laborales, al contrario, puedes ser tratado con dignidad y respeto, que te paguen bien, y tengas buenas prestaciones, pero se trate de un trabajo inútil socialmente hablando, pero como genera un beneficio económico a las empresas, ese trabajo de mierda se demanda y tiene un ejército de personas dedicadas diariamente a tareas inútiles o directamente perjudiciales para la sociedad y el ecosistema.
- La lógica de la explotación laboral capitalista se extiende y coloniza también el espacio virtual que genera Internet y las tecnologías de la información y las comunicaciones. Las dinámicas, por ejemplo, de teletrabajo están generando aún más tiempo de trabajo productivo que no se ve remunerado en las horas oficiales que se pagan en la nómina.
Casos y ejemplos
Flexibilidad laboral y despido libre
«Uberización» y emprendimiento