Tercera Vía

El éxito de este pensamiento único se demuestra cuando los partidos socialdemocrátcas, nacidos y potenciados para socavar y destruir el comunismo, imitan o reproducen el discurso hegemónico. El auge de los partidos conservadores y neoliberales en los años 80 y 90, junto con el evidente proceso de globalización, empujaron a la socialdemocracia aún más hacia la realpolitik para aspirar a gobernar. Este proceso, por supuesto, significada asumir de forma incuestionable y absoluta determinados postulados capitalistas que, en realidad, no permitían cambiar realmente nada sustancial de la vida y las «cosas del comer» para la mayoría.

En la mayor parte del siglo XX, la lucha ideológica fundamental fue entre capitalismo y comunismo. En los años 50, en Alemania se implantaron las primeras medidas ordoliberales de una «economía social de mercado», desarrolladas intelectualmente por el economista Wilhelm Röpke. La desintegración de la URSS fue utilizada como el argumento definitivo del fracaso del comunismo. La crisis socialdemócrata era muy importante, porque la defensa a ultranza del capitalismo ya era un espacio ideológico defendido por los partidos conservadores y de derechas.

La corriente más desarrollada y actual de la tercera vía la representa el sociólogo Anthony Giddens, cuyo modelo pretende mantener el Estado del bienestar con un modelo económico socioliberal (libre mercado y reducción de la intervención estatal). Los libros de Giddens que desarrollaron este modelo se publicaron en 1994 y 1998. En Europa, los principales valedores políticos de la tercera vía fueron el Tony Blair y su «Nuevo Laborismo» británico, Bill Clinton en EEUU, y Gerhard Schröder del SPD en Alemania.

En el discurso del Estado de la Unión, Clinton no tuvo ningún problema en combinar en el mismo discurso la justicia social, que la auto-suficiencia y el trabajo en equipo son compatibles, y que estábamos en una «era de las posibilidades«, pero que «la era del gran gobierno había acabado» y que creía en un «gobierno más pequeño«. Un ciclo económico favorable hizo que Clinton pudiera vender el equilibrio presupuestario, la reducción de impuestos, el crecimiento económico y el mantenimiento de programas de salud, aunque quitando prestaciones a los desempleados. Los resultados en desigualdad, precariedad salarial, población penitenciaria y pobreza en EEUU seguían evolucionando a peor después del mandato de Clinton .

Blair y Schröder elaboraron en 1998 un documento conjunto titulado «Europe: The Third Way/Die Neue Mitte«, donde sintetizaban sus planteamientos políticos, entre los que se encontraban argumentos como que «el gasto público como proporción del ingreso nacional más o menos ha alcanzado los límites de lo aceptable«; que «la competencia de mercado y el mercado abierto es esencial para estimular la productividad y el crecimiento. Por esa razón, un marco que permita a las fuerzas de mercado trabajar adecuadamente es esencial para el éxito económico y una pre-condición para una política de empleo más exitosa«; que «la tributación de las empresas debería simplificarse y los tipos impositivos recortarse«; que «los mercados de productos, capitales y trabajo deben ser flexibles: no debemos combinar rigidez en una parte del sistema económico con apertura y dinamismo en el resto«; que «todos los intrumentos de política social deben mejorar las oportunidades de vida, potenciar la auto-ayuda y promover la responsabilidad personal«; que «el trabajo a tiempo parcial y el trabajo de baja remuneración son mejores que no trabajar porque facilitan la transición desde el desempleo al trabajo«; o «apoyar el emprendimiento de negocios como forma de salir del desempleo«.

En 1997, después de 18 años de Gobierno dirigido por el Partido Conservador, Gran Bretaña experimentó un cambio político con la llegada de Tony Blair y del Nuevo Laborismo, tratando de dar una credibilidad ideológica a sus planteamientos de la tercera vía. En septiembre de 1997, tras las elecciones que perdió Thatcher, afirmó en un discurso público: «en Gran Bretaña, Tony Blair desplazó tanto al Partido Laborista hacia la derecha que en las últimas elecciones parecía haber poco que distinguiera a los laboristas de los tories. Ante la posibilidad de elegir entre dos partidos aparentemente conservadores, los británicos eligieron el más nuevo, con la cara más agradable y con el mejor guión, y con un historial tan lejano como para inspirar la esperanza de que, por una vez, la rehabilitación había funcionado. (…) Los viejos argumentos de la izquierda han sido desacreditados. La economía colectivista es vista como un callejón sin salida«. La frase que resume este discurso, a pesar de la derrota de la derecha conservadora, es: “no importa, ya hemos ganado, la oposición ya es como nosotros”.

Este Nuevo Laborismo abandonaba las políticas socialdemócratas (tales como las políticas redistributivas y las políticas de carácter universal encaminadas a extender a toda la ciudadanía los limitados y poco desarrollados derechos laborales y sociales), adoptando en su lugar medidas de corte liberal (en las áreas económicas) y cristianodemócrata (en las áreas sociales). Entre las primeras resaltan la prioridad que el Nuevo Laborismo dio al sector financiero en la economía británica. A partir del Nuevo Laborismo el desarrollo económico iba a basarse en un gran crecimiento del capital financiero británico. Siguiendo las políticas del Presidente Clinton (con el cual el Nuevo Laborismo tuvo grandes semejanzas), desreguló la banca de una manera muy notable (tal como hizo Clinton al anular la Ley Glass-Steagall), permitiendo, estimulando y facilitando el crecimiento de los comportamientos especulativos de la banca, políticas favorecidas también por la independencia que otorgó al Banco de Inglaterra en el diseño de la política monetaria. El Sr. Gordon Brown, el ministro de Economía, indicó –con orgullo- en más de una ocasión que el mercado financiero en Gran Bretaña estaba entre los menos regulados del mundo desarrollado. En realidad, Londres –la City- se convirtió en el centro del banco en la sombra (the shadow banking), el componente bancario, centrado en la actividad especulativa (los hedge funds), que consideraba a la City más permisiva incluso que Wall Street, lo cual explica que se conociera a la City como “Wall Street’s Guantanamo”. Esta situación permitió la burbuja especulativa, mayor incluso que la que ocurrió en EEUU. Consecuencia de tales políticas, el capital financiero llegó a representar el 32% del PIB, casi tan alto como EEUU, el 33% (el promedio de la OCDE es el 28%). Este crecimiento se hizo a costa del sector industrial, que bajó de un 20% del PIB -cuando el Nuevo Laborismo inició su mandato en 1997- a un 12%, lo cual explica el deterioro de la manufactura y con ello el fin de los salarios altos y el debilitamiento de los sindicatos más fuertes y militantes –los sindicatos del sector manufacturero-, siendo el mercado de trabajo británico “uno de los mercados más desregulados existentes hoy en el mundo desarrollado” (según expresó, de nuevo, con orgullo el Primer Ministro, Sr. Tony Blair, en ) .

Otra influencia liberal se dio en la privatización de los servicios públicos. El Nuevo Laborismo empezó comprometiéndose a no subir el gasto público en sus primeros tres años, promesa que mantuvo. No fue hasta el 2000 que se incrementó el gasto público de una manera muy marcada para parar el gran deterioro de los servicios públicos que “las políticas de austeridad” thatcherianas, llevadas a cabo por los gobiernos conservadores y continuadas por el Nuevo Laborismo, habían estado causando. En el Servicio Nacional de Salud (NHS) el crecimiento anual del gasto público sanitario fue, a partir del año 2000, de un 7%. Pero este notable incremento se gastó en realizar las reformas liberales que consistían en privatizar las inversiones en el sector sanitario. En lugar de que las instituciones nuevas, como hospitales, fueran realizadas con gasto público, se animaba a que fueran las empresas privadas las que hicieran tal inversión, pagándoles el NHS parte de las hipotecas correspondientes, lo que encareció tales inversiones, con lo cual el coste total para el sector público (hipoteca más intereses) resultaba más elevado que si se hubieran construido directamente con fondos públicos .

La privatización conllevó también un notable crecimiento de los costes administrativos en el sector público (que representa un 10% del gasto total). Por otra parte, la aparición de un sistema concertado basado, en parte, en las ventajas fiscales del aseguramiento privado, creó una sanidad polarizada por clase social, en la que el sistema privado concertado (subsidiado con fondos públicos) atiende a las clases de rentas superiores, dedicándose los servicios públicos a las clases populares .

En el sistema educativo se inició un sistema polarizado semejante al sanitario, estableciéndose escuelas privadas (muchas de ellas religiosas) concertadas y escuelas públicas, habiendo introducido sistemas de pago en las públicas, eliminando a la vez las ayudas de tipo universal y sustituyéndolas por ayudas asistenciales para familias de bajos ingresos. Y en las universidades, el criterio de evaluar la investigación priorizó los proyectos que favorecieron los beneficios de la economía, la comercialización de nuevos productos y la creación de nuevas empresas .

En todo este discurso desapareció cualquier referencia a la clase trabajadora, sustituida en el discurso por la clase media, la base social –según tal discurso- de tal Partido. De esta manera, el estado del bienestar, en lugar de estar basado en la alianza de la clase trabajadora con las clases medias, condición para que se establezca el principio de universalidad, se transformó en el instrumento asistencial (de clara tradición cristiano-demócrata) de ayuda a los pobres y prevención de la exclusión social .

Por su parte, Schröder, que en 1963 se declaraba marxista, asumió la cancillería alemana en 1998. En 2000 puso en marcha la denominada Agenda 2010 que incluía recortes en el Estado de Bienestar (sistema de salud público, prestaciones de desempleo, pensiones), reducción de impuestos, y reformó las regulaciones sobre empleo y salarios, instaurando los mini-jobs (plan Hartz). También eliminó los impuestos a los rendimientos del capital derivados de la venta de acciones empresariales, para hacer el país más atractivo a inversores extranjeros.

Los sectores de izquierda y sindicatos consideraron que la Agenda 2010 era el mayor recorte al sistema de Seguridad Social desde la Segunda Guerra Mundial. El SPD sufrió el abandono de dirigentes y militantes del ala izquierdista, y tras verse sometido a duras críticas internas, Schröder tuvo que dimitir en 2004, declarando que «no hay marcha atrás» sobre su programa de reformas de la Agenda 2010: de nuevo, no hay alternativa.

La vida después de la política de estos representantes de a tercera vía tampoco nos defrauda sobre su orientación política. Desde el final de su mandato en 2007, Blair se ha convertido en asesor de numerosas empresas: UI Energy, empresa surcoreana con contratos de explotación de petróleo en el Kurdistán iraquí; para el fondo de inversiones de los Emiratos Árabes Unidos Mubadala; o a sueldo de la familia real de Kuwait desde 2007. Asimismo, es consultor permanente en JP Morgan Chase, Zurich Insurance Group Ltd, y del consorcio de productos de lujo Louis Vuitton Moet Hennessy. Además, imparte también conferencias, como las que realizó para Lansdowne Partners, un fondo de capital riesgo que se enriqueció durante la crisis financiera de 2008, lo que ha afectado a su imagen pública en su país.​ También asesora a los gobiernos de Kazajistán y Kuwait, y al fondo de inversión Abu Dhabi Mubadala.

En cuanto a Schröder, el 24 de octubre 2005, tan solo unas semanas antes de que dejara el cargo de Canciller, el gobierno alemán emitió una garantía por valor de 1 billón de euros para cubrir los costes del proyecto gasístico Nord Stream, en caso de que Gazprom incumpliera el préstamo solicitado. Poco después de dejar el cargo de Canciller, Schröder aceptó el nombramiento de presidente del comité de accionistas de Gazprom en Nord Stream AG; parece que no apreció ningún conflicto de intereses en esto. En 2016, Schröder pasó a ser gerente de Nord Stream 2, una expansión del gaseoducto original en la que Gazprom es el único accionista. En 2017, Rusia nombró a Schröder para que también desempeñara la función de director independiente del consejo de administración de su mayor productor de petróleo, Rosneft.

Referencias