La teoría del sistema-mundo de Wallerstein identificaba dos zonas geográficas mundiales, el centro y la periferia, los cuales se relacionan entre sí por un intercambio desigual. El centro se caracteriza por la abundancia de capital y recursos económicos, agroindustriales y militares; posee, por tanto, una superioridad respecto a la periferia, caracterizada por sistemas de producción menos eficientes, economías de exportación y una subordinación al centro en lo político, militar y económico. Geográficamente, la periferia se corresponde, a grandes rasgos, con Asia, África y Latinoamérica. No obstante, eso no significa que en el centro haya un paraíso de paz y amor.
La economía-mundo y capitalismo son hermanos gemelos, caras de la misma moneda; y por ello, las claves del funcionamiento del capitalismo como sistema de organización socioeconómico nos darán las claves del funcionamiento de la economía-mundo actual, y por ende, de cómo funciona en la actualidad el mundo en el que vivimos.
La característica esencial del sistema capitalista es la producción de bienes y servicios destinados a su compraventa en un mercado para obtener el máximo beneficio posible (no para satisfacer las necesidade esenciales de la mayoría de la población). En base a esto, la producción se aumentará constantemente en la medida en que puedan cosecharse beneficios, y los individuos (o empresas) inventarán paulatinamente nuevas formulas para maximizar dichos beneficios. Esto es lo que los marxistas denominan la acumulación incesante de capital.
Ahora tengamos en cuenta un hecho indudable: la Tierra, el planeta en el que vivimos y al que explotamos para garantizar nuestro desarrollo y supervivencia, cuenta con unos recursos naturales determinados y, en muchos casos, limitados. Así pues, y pensando en términos económicos, estos actores del mercado que buscan maximizar sus beneficios en la compraventa de bienes y servicios, lo hacen en una “situación de escasez”. ¿Y cuál es la consecuencia inevitable de este razonamiento? Que siempre llega un punto en que esta acumulación incesante de capital se convierte en un juego de suma cero. Es decir, que, inevitablemente, para que unos actores del mercado puedan continuar enriqueciéndose, otros deben empobrecerse, puesto que la matriz generadora, en última instancia, de este crecimiento (la Tierra), ya no puede satisfacer de forma equitativa la demanda de recursos de todos sus demandantes.
Además, no sólo se produce acumulación por el funcionamiento capitalista, sino que también hay una acumulación originaria que situó en diferente posición de salida a unas familias con respecto a la masa empobrecida.
El sistema económico previo al capitalismo fue el feudalismo (el mercantilismo es sólo una forma de capitalismo de Estado), basado en los saqueos sistemáticos, el señorío como unidad productiva y la expropiación a los campesinos formando los dominios, o reserva señorial, y los mansos. Además, durante las crisis de abastecimiento agrícola, los campesinos vendían sus propiedades a los nobles (que habían acumulado excedentes) a bajos precios para saldar las deudas y para sobrevivir comprando alimentos.
El problema para una clase social emergente como la burguesía de las ciudades (burgos), una vez que conquistaron ciertos privilegios frente a la nobleza, era que tanto las tierras como las personas (siervos ministeriales y siervos de la gleba) pertenecían a la nobleza y los señores feudales, cuyo poder estaba basado en el poder militar.
La burguesía aprovechó para aumentar su poder y libertad debido a la crisis climática de la Pequeña Edad de Hielo , el gran endeudamiento de señores y monarcas generado por las constantes guerras como la Guerra de los Cien Años , y la pandemia de Peste Negra del siglo XIV .
El feudalismo había depojado a los campesinos de los medios de producción, y la transición al capitalismo supuso que la burguesía (que aspira a convertirse en la nueva aristocracia) se apropió de las tierras y riquezas de los señores feudales y del clero, mediante sucesivas subastas a precios irrisorios, e incluso regalados o anexionados por otros terratenientes, todo ello durante los siglos XVIII y XIX .