La Primera Guerra Mundial provocó que Europa perdiera su hegemonía mundial, ya que Estados Unidos se convirtió en acreedor de todas las potencias aliadas, al prestarles el dinero para sostener el esfuerzo bélico. Este enorme endeudamiento europeo motivó que se impusieran a Alemania, en el Tratado de Versalles, unas reparaciones de guerra imposibles de pagar debido a la destrucción de la economía, la hiperinflación y el desempleo masivo.
En 1921, debido a la coyuntura inflacionistas y las buenas perspectivas de comercio exterior, hubo una sobreproducción y exceso de oferta que no pudo absorber el mercado, y reducción de precios. La Reserva Federal aplicó una política expansiva con tipos de interés bajos y los préstamos de dirigían a inversiones bursátiles especulatorias altamente rentables. La burbuja financiera era tal, que los mercados financieros ya no estaban vinculados a la evolución del sector productivo y ni siquiera el sector productivo quería invertir en producción, ya que la especulación financiera les proporcionaba más rentabilidad que la economía real.
En octubre de 1929 fue cuando una serie de datos negativos en la producción y el precio internacional de las mercancías, sumió en la incertidumbre y la desconfianza a los inversores en bolsa. La solución vino principalmente de la devaluación de la moneda y el abandono del patrón oro, es decir, de la soberanía monetaria .