Neoliberalismo consumista y cornucopiano

Fundamentos y causas

  • El neoliberalismo hunde sus raíces en la filosofía de economistas de la Escuela Austríaca como Friedrich von Hayek o Ludwing Von Mises, y la Escuela de Chicago encabezada por Milton Friedman, que consideraban que el keynesianismo implantado para luchar contra la Gran Depresión de 1929 y el socialismo de los soviéticos, eran intervenciones estatales intolerables que conducen a Estados totalitarios, y que había que encontrar una «tercera vía» cuyo principal objetivo sea garantizar y desarrollar la libertad individual. Hay un sector liberal que no admite la etiqueta de «neoliberalismo», que consideran que es una descalificación falaz por parte de la izquierda.
  • El neoliberalismo se basa en la creencia (fundamentalista) de que los mercados son perfectamente capaces de solucionar todos los problemas de la sociedad. Por tanto, toda intervención, limitación o cortapisa estatal a la libertad absoluta de estos mercados y del capital, es la que provoca ineficiencias y los males que azotan el mundo.
  • El fundamentalismo de los mercados se basa, a su vez, en la creencia de que el comportamiento económico egoísta y avaricioso de los individuos, provocará espontáneamente (mano invisible) un equilibrio y armonía de intereses, además de la innovación, la competitividad y la reducción de precios, que permitirán un mayor consumo y satisfacción de deseos. En definitiva, el neoliberalismo cree en la idea de que los vicios privados pueden crear virtudes públicas.
  • La modernidad y la Revolución Francesa situarán la idea de progreso y la razón por encima de cualquier otro elemento constituyente de la sociedad. La utopía social occidental se basará en la ciencia y en la industria como las dos herramientas fundamentales para superar las limitaciones humanas y el sometimiento a las variables de la naturaleza. No se concibe otra forma de progreso humano que un mayor desarrollo técnico y una mayor producción de bienes y servicios, desconsiderando cualquier límite biofísico o energético. Se instaura globalmente en la sociedad la creencia, ilusión o fe de que las condiciones de vida futuras serán mejores que las actuales.
  • Los gremios, guildas y cofradías, tanto de artesanos como de comerciantes, los consulados mercantiles, fraternidades, así como los bienes comunales, que regían la economía de la Edad Media, fueron vistos por los ilustrados y la burguesía del siglo XVIII como entidades limitantes de la libertad, la innovación, el crecimiento y el progreso económico y, por tanto, como instituciones que debían ser erradicadas . Las corporaciones adquieren un papel preponderante y mucho más prestigioso que el de la clase trabajadora. Las corporaciones, empresas o sociedades mercantiles, forman parte de una categoría de personas denominadas legalmente como «personas jurídicas». Las personas jurídicas tienen la peculiaridad de que sólo pueden existir porque unos seres humanos han puesto un patrimonio en común para realizar un fin lícito con base en un contrato, pero son ficciones jurídicas creadas por el ser humano. La cuestión jurídica es que los patrimonios son cosas, bienes y derechos, y las cosas, por muchas que sean y se pongan en común, no pueden tener personalidad jurídica (contratar, obligarse, tener derechos o deudas, etc.), sino sólo los seres humanos. Antes del invento legal iusnaturalista de la «personalidad jurídica», la única forma de propiedad colectiva era la copropiedad sobre el patrimonio puesto en común, y así estaban constituidas las primeras empresas. En el siglo XVII se crearon las primeras estructuras organizativas para las empresas comerciales y manufactureras, pero aún carecían de personalidad jurídica propia, patrimonio diferenciado del de sus socios (comuneros), y se regulaban por el régimen de copropiedad. El régimen de copropiedad en una empresa es bastante limitante para desarrollar una economía de libre mercado, porque impide a un comunero disponer de la cuota de los demás comuneros, de manera que los contratos que un comunero celebre con terceros no dan derecho a éstos a adquirir la cuota de los demás. Así pues, el desarrollo del capitalismo exigía que los activos puestos en común por los socios y, sobre todo, los resultados del proceso productivo que se intercambiarán en el mercado, fueran el patrimonio de la empresa, de la persona jurídica, y no de sus socios, que, sin embargo, mantienen unos derechos políticos que les faculta para elegir al órgano que podrá vincular el patrimonio social con terceros. Con ello se protege el tráfico mercantil y el libre mercado, reduciendo extraordinariamente los costes de información de los terceros (clientes, proveedores, trabajadores, financiadores…), que sólo han de asegurarse que contratan con el administrador (con el representante legal) de la sociedad, y se reducen aún más cuando se generalizan los registros mercantiles. Paralelamente, y no menos importante, inventándose la figura de la persona jurídica y la separación de patrimonios, surge automáticamente la responsabilidad limitada de los socios, que garantiza que los acreedores de la sociedad no puedan atacar el patrimonio de los accionistas. Al mismo tiempo, el patrimonio de la sociedad queda protegido frente acreedores de los socios, e incluso frente a la posible disolución de empresas rentables como consecuencia de disputas entre los herederos de los socios, convirtiéndola en un ente potencialmente inmortal. Por tanto, en el siglo XVIII se teoriza legalmente el concepto de «personalidad jurídica» que se une a la estructura organizativa de las empresas precedentes, al mismo tiempo que el capitalismo del Mercantilismo (basado en la concesión por el Estado de derechos monopolísticos a las empresas privadas para el comercio trasatlántico, que debía financiarse en un mercado de acciones) pasa por la Revolución Industrial y se desarrolla el capitalismo financiero reconociendo la libertad de creación de sociedades anóminas privadas, ya en el siglo XIX .
  • El concepto de empresa y el concepto de sociedad se separan en la teoría neoclásica. La empresa es la unidad de producción para el mercado, y es la que reúne la cooperación de distintos agentes (trabajadores, proveedores, y acreedores financieros). Los accionistas son quienes aportan el capital riesgo y son los miembros de la sociedad o persona jurídica, es decir, son los titulares del patrimonio social. Los accionistas aportan el capital riesgo para maximizar los beneficios de la sociedad, pues ello le supone un mayor rendimiento de su capital (dividendos, apreciación de las acciones en el mercado, etc.). En consecuencia, el único objetivo de los accionistas es que el consejo de administración de la sociedad (nombrado por los accionistas), dedique todos sus esfuerzos a esa maximización de los beneficios y el valor de la empresa, cumpliendo la ley y sin estafar a nadie. El razonamiento de los economistas liberales es que el bienestar general de la sociedad se maximiza si las empresas se rigen con el único objetivo de maximizar los beneficios. De hecho, cuando las grandes empresas adoptan determinadas medidas o decisiones por la llamada «responsabilidad social corporativa» (condiciones laborales, comercio justo, políticas verdes, etc.), lo hacen en la medida en que esa mejora de la reputación o la eficiencia también mejora los resultados económicos de la empresa. En el momento en que esas medidas sociales reducen los beneficios de la empresa, el consejo de administración incumple el contrato de agencia suscrito con los accionistas que le obliga a maximizar beneficios. Esta preocupación e interés de los accionistas es lo que justifica que el salario de los ejecutivos de las grandes corporaciones se incrementara enormemente en los años 80 y que, a partir de los años 90, se incrementara aún más a través de incentivos por objetivos de rendimiento y el pago de stock options .
  • La competitividad de los mercados y de la globalización capitalista, es un juego de «suma cero» , es decir, para que uno gane, el otro tiene que perder, y cuando se produce un intercambio entre diferentes personas o grupos se busca dar rienda suelta a la maximización de los intereses propios sobre los del otro. La conquista y la dominación son los mecanismos que fundamentan la competitividad de la economía de mercado.
  • La producción económica, para que el sistema funcione, debe ser consumida. El consumismo exige un consumo incluso por encima de las necesidades, para lo cual la publicidad y la propaganda instauran modas, inducen la insatisfacción con lo que poseemos, y encumbran el consumo compulsivo, todo ello como un elemento de estatus social. Además, la obsolescencia programada contribuye al consumismo diseñando y fabricando cosas que en pocos años se rompen o pierden su funcionalidad y el usuario se ve obligado a sustituirlas por otras nuevas, puesto que en muchos casos no es sencillo o barato repararlas. Sin embargo, el consumo depende del poder adquisitivo, de forma que la mejora del poder adquisitivo de las personas asalariadas se debe ir incrementando (moderadamente y siempre condicionada al mérito de la productividad) para que la sociedad de consumo funcione. El «mantra» de la inflación es la justificación de políticos y economistas neoliberales para no incrementar salarios, y su solución es una amplia oferta de servicios financieros con los que endeudarse para pagar el consumismo y el estatus social.
  • La idea de meritocracia es la que justifica y calma las conciencias de los neoliberales cuando presencian las grandes injusticias sociales que provocan sus postulados socio-económicos. Las mayores o menores diferencias sociales y económicas entre las clases y los individuos vendrían distribuidas por una mano invisible conforme al grado de habilidad, inteligencia y esfuerzo de cada persona. Las personas talentosas tendrán éxito y riquezas, mientras que las personas pobres lo son por su falta de capacidad, ya que los mercados son libres y todos tienen (teóricamente) las mismas oportunidades de emprender negocios o de ser seleccionados para los mejores puestos de trabajo, y lucrarse. En igualdad de oportunidades, nos dicen los neoliberales, los que ganan merecen ganar, y viceversa. El mercado se limita, como la selección natural en Darwin, a enriquecer de forma objetiva y neutral a los mejores y a arruinar a los menos capaces, de forma que cualquier injusticia social, aunque lamentable para sus piadosas conciencias, es vista como un proceso natural, como el amanecer o la lluvia; lo más que se puede hacer por esas personas carentes de mérito es darles limosnas y rezar plegarias por ellas. Las medidas socialistas que proporcionan dinero o prestaciones a las personas más desfavorecidas de la sociedad, lo que están haciendo, desde el punto de vista neoliberal, es incentivar la vagancia, la mediocridad y el fracaso social, además de justificar una excesiva presión fiscal, que desincentiva a las personas más innovadoras y competitivas.
  • La meritocracia también ha servido para que, incluso partidos de izquierda, se centren sólo en la igualdad de oportunidades y no tanto en resolver los problemas de la desigualdad social, ya que se cree en la movilidad social que puede permitir a las personas ascender de trabajos con salarios estancados a otros mejores (ascensor social). Así, en lugar de encarar directamente la desigualdad ofrecieron el mensaje único, tanto desde la izquierda como desde la derecha, de que se podía conseguir la movilidad individual si se accedía a la educación superior. Para ganar en la economía global había que ir a la universidad y sacarse un título universitario, porque el dinero que uno iba a cobrar dependía de lo que había aprendido y estudiado, y que si uno se esforzaba podía lograrlo.
  • En 1989, John Williamson, economista del Instituto Peterson, un comité de expertos en economía internacional con sede en Washington, usó el término «Consenso de Washington» para resumir una serie de temas comunes entre instituciones de asesoramiento político con sede en Washington, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Incluía diez amplios grupos de recomendaciones políticas relativamente específicas:
    • Disciplina en la política fiscal, enfocándose en evitar grandes déficits fiscales en relación con el Producto Interior Bruto (PIB).
    • Redirección del gasto público en subsidios («especialmente de subsidios indiscriminados») hacia una mayor inversión en los puntos clave para el desarrollo, servicios favorables para los pobres como la educación primaria, la atención primaria de salud e infraestructura.
    • Reforma tributaria, ampliando la base tributaria y la adopción de tipos impositivos marginales moderados.
    • Tasas de interés que sean determinadas por el mercado y positivas (pero moderadas) en términos reales.
    • Tipos de cambio competitivos.
    • Liberalización del comercio: liberación de las importaciones, con un particular énfasis en la eliminación de las restricciones cuantitativas (licencias, etc.); cualquier protección comercial deberá tener aranceles bajos y relativamente uniformes.
    • Liberalización de las barreras a la inversión extranjera directa (IED).
    • Privatización de las empresas estatales.
    • Desregulación: abolición de regulaciones que impidan acceso al mercado o restrinjan la competencia, excepto las que estén justificadas por razones de seguridad, protección del medio ambiente y al consumidor y una supervisión prudencial de entidades financieras.
    • Seguridad jurídica para los derechos de propiedad.
  • Las injusticias sociales que hay dentro de un país se tuvieron que ir reduciendo, para que el capitalismo no perdiera su batalla con el comunismo, hasta llegar a un nivel en el que la sociedad mantuviera un cierto orden y no generar constantemente guerras y revueltas. Esto se produjo no por el convencimiento de que las personas pobres y las personas asalariadas se merecieran más (salarios mínimos, jornadas máximas, descansos y vacaciones remuneradas, derecho a la huelga, etc.), sino en el momento en el que encontraron otros países y otros pueblos a los que explotar. El presidente estadounidense Harry Truman, en enero de 1949, en su creciente lucha contra el comunismo, dividió el mundo entre países libres, modernos y desarrollados («mundo libre») y los Estados en la órbita soviética, atrasados y subdesarrollados.
  • Los postulados neoliberales se alinean y retroalimentan con las ideas tecno-optimistas que, al igual que el mito clásico de la cornucopia o cuerno de la abundancia, nos muestran un futuro libre de pobreza, hiper-tecnológico, y con precios de mercado muy bajos .
  • El tecno-optimismo se basa en una serie de axiomas:
    • La tecnología siempre es buena por definición.
    • Un problema se puede arreglar siempre con más tecnología.
    • Cualquier tecnología es posible si se invierte suficiente tiempo y dinero.
    • Todo recurso es sustituible por otro, sin peajes.
    • Toda crítica a la tecnología es irracional y contraria al progreso, siendo tachada despectivamente como ludita.
    • No se habla de las externalidades negativas de la tecnología.
    • No hay límites, el ingenio humano todo lo puede.
  • Los beneficios que las grandes empresas y fortunas obtienen de las inversiones y especulaciones que realizan, las evaden a paraísos fiscales para disfrutar de un mayor porcentaje de dichos beneficios, sin contribuir a gastos públicos que mantienen el Estado social y de bienestar.

Impactos negativos

  • Los «mercados sin trabas no solo no conducen a la justicia social, sino que ni siquiera producen resultados eficientes», tal y como lo expresó Joseph E. Stiglitz en su ensayo autobiográfico de aceptación del Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel.
  • Las economías de mercado pasan de ser economías con mercados a ser economías dominadas por los mercados y sus mercaderes.
  • Las empresas que actúan ilegal o inmoralmente en el mercado no acaban siendo expulsadas o marginadas del mismo, porque no suele existir mercados de competencia perfecta e incluso en otras ocasiones son rescatadas con dinero público para evitar su bancarrota y el desempleo asociado.
  • El simple desarrollo técnico y una mayor acumulación de bienes, movidos únicamente por el egoísmo y la avaricia, conducen a la injusticia social y a la destrucción de la naturaleza.
  • La desigualdad social basada en la herencia aristocrática o nobiliaria del Antiguo Régimen es sustituida con las revoluciones burguesas por la desigualdad basada en la herencia y acumulación de riquezas.
  • La desigualdad de los ingresos entre las personas es un fenómeno estructural en el capitalismo.
  • El teorema matemático de la «ruina del jugador» permite una analogía con el capitalismo, ya que se nos dice que, en igualdad de oportunidades, todos podemos llegar a ser ricos, con independencia de la situación de partida. Por supuesto, la economía no es simple aleatoriedad, pero imaginemos que dos personas juegan a un juego aleatorio como, por ejemplo, lanzar una moneda al aire: si sale cara, el jugador A gana un euro que le paga el jugador B; y si sale cruz el jugador B gana un euro que le paga el jugador A. Las apuestas siempre son iguales. Cuando alguno de los jugadores se queda sin dinero, pierde y se acaba el juego. Sin embargo, la fortuna inicial de la que dispone cada jugador es diferente. El análisis matemático de cadenas de Markov concluye que, jugando al infinito (sin posibilidad de retirada) y sin posibilidad de endeudamiento, en cada partida aumenta la probabilidad de que se arruine el jugador con menos fortuna inicial y la ruina es inevitable. Cuesta poco demostrar que la probabilidad de victoria de cada jugador está dada por su capital inicial dividido por el total de euros que poseen entre ambos.
  • Predominio de la idea de que quien no ha alcanzado el éxito social es sólo culpa suya y, por tanto, nada puede exigir del sistema.
  • La búsqueda de la maximización del beneficio empresarial conduce habitualmente al incumplimiento de normas legales, fraudes, corrupción, desprecio a las externalidades de la producción y una voracidad por asumir riesgos irracionalmente, por parte de la alta dirección de las empresas que se transmite a toda la cultura de la empresa .
  • El gasto público es financiado principalmente por las rentas más bajas que no disponen de medios de la evasión fiscal.
  • El egoísmo que alimenta el capitalismo, generaliza las relaciones de dominación, conquista y explotación de unos humanos sobre otros, y por supuesto, de los humanos sobre la naturaleza.
  • La salud y prosperidad del capital y los mercados acaban imponiéndose sobre la salud y la prosperidad de las personas y de la naturaleza.

Casos y ejemplos

Chicago Boys

El Informe Petras

Las leyes del tecno-optimismo

Terapia del shock en la URSS

Economía digital e industria 4.0

Referencias